INTRODUCCIÓN


Consagración a María

PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN TOTAL
A JESÚS POR MEDIO DE MARIA





ELIGIENDO LA FECHA DE MI CONSAGRACIÓN


* Solo algunas fechas Marianas

¿Ya elegiste la fecha?... haz tu Calendario e inicia tu preparación acercándote al Sacramento de la Reconciliación, para que vivas, en ESTADO DE GRACIA, esta etapa de PREPARACIÓN, que es tan importante como el día de tu Consagración. Cumple, fielmente, cada día de tu preparación. Lo más cercano al día de tu Consagración, acércate, nuevamente, a la CONFESIÓN. (Ver pág. 314)  El día de la Consagración, vive la Santa Misa, COMULGA, y al término, acércate a una Imagen Mariana y ante ella, haz tu Consagración.

Preferentemente escoger, para la Consagración, un Festividad Mariana, (Ver Cuadro) o un Templo dedicado a honrarla, por ejemplo: “Parroquia de Nuestra Señora de las Victorias”. También, dependiendo del tiempo y las circunstancias, se puede elegir, sin problema, cualquier otro día, por ejemplo, la Festividad del Santo Patrono de tu Comunidad, el día de tu Bautismo, etc. etc.

¿Cuándo iniciar la PREPARACIÓN?

Pongamos de ejemplo que eliges, para el día de tu Consagración, el día 7 de Octubre*, día de Nuestra Señora del Rosario.
Necesitamos destinar 1 día para la lectura de la Introducción, Oraciones y Prácticas particulares de esta devoción. De esta forma, entender el mecanismo; 28 días para la Preparación; y 1 día para la Consagración. En total: 30 días.
Consigue un Calendario para que en él puedas marcar los días. Tienes dos opciones. Observa los Calendarios a continuación, para que escojas el que te parezca mejor. Haz las anotaciones correspondientes, de acuerdo al ejemplo, mismas que te servirán para que tengas un control y sigas un orden. Puedes, si así lo deseas, ir marcando en el calendario, cada día que vivas tu preparación.


Nótese que los ejemplos corresponden al año 2015



La opción 2 ayuda mucho en el control, ya que se comienza en Domingo, primer día de la semana.
(I SEMANA – PRIMER DÍA)




Introducción


Empecemos diciendo que el propósito de la consagración es alcanzar la santidad… pero ¿qué es la Santidad? Bueno la palabra sacrum, traduce la palabra “kadosh” que significa “separado” o “aparte” y que en la Escritura solo se aplica a Dios. Dios es el que “es”, nada es como él. Por lo que los santos son los que viven en la comunión con él, los que comparten su ser diferente… su santidad, su presencia, sus criterios, su amor. Es por ello que la palabra consagración viene del latín: Cum-sacrum, es decir: “santo con”. Consagrarse no es otra cosa que participar de la santidad de Dios… es permitirle que su vida, sus proyectos, sus criterios, sus obras, tengan cada día más espacio en nosotros.
Siguiendo la teología de San Pablo, después asumida por Santa Tersa de Jesús, el propósito de la consagración son los esponsales místicos, la alianza de dos naturalezas, Divina y humana en el corazón de Dios y el corazón del hombre.
Para lograra esto, existen como dice, San Luis Grignon de Montfort, muchos caminos, pero el más corto y el más seguro es hacerlo a través de María Santísima.
La unión a través del Corazón de María, lugar en que de manera única habita la plenitud de la Santísima Trinidad, tiene por efecto alcanzar la humildad perfecta para poder ir al encuentro de la morada final y producir en ellos los frutos de la Unión Mística de, que no es otra cosa que la intimidad con la vida Trinitaria; en otras palabras, el deseo intenso de sufrir en unión con la pasión Redentora de Cristo, el total abandono a la voluntad de Dios.
Tradicionalmente la vida de unión a través de María, se manifiesta como una luz que Dios da al alma y que lo hace salir de la oscuridad de la mente y del espíritu.
La Iglesia, iluminada por el Espíritu Santo, reconoce que existe una unión y participación sobrenatural de María en el misterio de Dios, al cual está unidad de manera única por el misterio de la Encarnación, que la hace el vínculo perfecto para alcanzar, a través de ella, la unión total con la Santísima Trinidad.
Es por ello que mediante esta participación, que de manera análoga podemos llamar “consagración al Corazón Inmaculado de María”, el más humilde de los hijos, no sólo alcanzar la unión perfecta con Dios, sino que disfrutara de su ternura y su protección reservada solo a los comprometidos o a los esposos.
Dado que la consagración indica una unión con él “otro”, el pueblo, debemos decir los pueblos han comprendido que lo que se consagra se separa, deja de ser lo que es para unirse al Santo. Esto lo vivieron sacrificando y quemando… desapareciendo lo que se consagraba. La consagración de la humanidad la hizo el mismo Jesucristo, quien para alcanzar esta consagración total del mundo y de cada uno de nosotros tuvo que asumir todo y después, como dice san Pablo, clavar en una cruz todo lo que debía ser transformado, y de esa manera consagrara a todo el mundo a Dios. Es por ello que toda consagración implica sacrificarse, dejar de ser lo que se es… renunciando a todo para, como diría san Juan de la Cruz, alcanzar el TODO. Una acción que debe ser hecha totalmente por amor. Es por ello que consagrarse a Dios, implica donarse totalmente, desaparecer, para que, como dice san Pablo, ya no seamos nosotros los que vivimos sino el mismo Cristo el que vive y actúa en nosotros por medio del Espíritu Santo.
Es aquí en donde de nuevo encontramos en el Corazón Inmaculado de María, el lugar, que permite que esta donación, este sacrificio, se realice de una manera más dulce, más tierna.
El cristiano al ofrecerse totalmente a María, se une a su misterio, que al estar unido a Dios, por ella se une al misterio de la Santísima Trinidad… se consagra. Consagrarse entonces a María, busca, por medio de su amor, seguir el camino de la obediencia total al amor perfecto del Padre.
Es desde esta perspectiva como se comprende, un tema discutido sobre la consagración a María, como lo han propuesto tantos santos a lo largo de la historia.
Los consagrados a María, buscan como ella, la donación total de su vida a Dios… y el poder amar de manera perfecta a la Santísima Trinidad como ella; es rendirse totalmente disponibles para la obra del Reino, pero a la vez, participar del amor de Dios y de sus bondades. Para alcanzar esta santidad total, esta unión perfecta a Dios por medio de María, será indispensable conocer cada vez más a Cristo y su misterio mediante la Sagrada Escritura; por otro lado, bebemos recordar lo que nos decía Jesús en el evangelio de san Juan: “Quien come mi cuerpo y bebe mi sangre permanece unido a mí y yo a él” (Jn 6,54).
Finalmente, esta unión con Dios no la podremos hacer si no vivimos como María Inmaculada, al margen del pecado. Por ello, dada nuestra naturaleza débil y pecadora, el sacramento de la Reconciliación es ayuda segura para poder vivir en este estado de perfección.
La oración diaria, sostendrá nuestro camino, y nos llevará con éxito a vivir esta unión mística… este encuentro que transformará total y definitivamente nuestra vida, para ser, como María, totalmente de Dios.
Durante el próximo mes, buscaremos, con la ayuda de María, preparar nuestros corazones y nuestra alma para unirnos definitiva y totalmente al corazón de María y a través de ella a la Santísima Trinidad.
Esto requerirá de parte tuya, tenacidad y constancia. Recordar que el enemigo del Reino buscará con todas sus fuerzas evitar esta unión pues sabe que si la logras habrá perdido una víctima y serás todo de Dios.
Busca, pues con todo tu corazón, seguir las prácticas y oraciones que te presentaremos. No desfallezcas… es un ejercicio que te introducirá en la vida de los orantes y de los ascetas… de los que buscan con seriedad vivir unidos a Dios y hacer su voluntad.
Junto a ti siempre estará María Inmaculada, orando contigo y por ti para que unida a ella logres conocer y experimentar la dulzura de su corazón, y espacialmente el amor de Dios.



Oraciones

Oraciones por la mañana



Credo
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros lo hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.


Magníficat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. (Lucas 1, 46-55)
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amen.


Consagración diaria a María Santísima
Oh, Señora mía, oh, Madre mía, yo me ofrezco enteramente a Ti, y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra: todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, oh, Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.


Oración al Espíritu Santo
¡Oh, Espíritu Santo!, alma de mi alma, te adoro; ilumíname, guíame, fortifícame, consuélame, dime que debo hacer, ordéname.

Concédeme someterme a todo lo que quieras de mí, y aceptar todo lo que permitas que me suceda. Hazme solamente conocer y cumplir tu voluntad.


Ven, Espíritu Santo
Ven, Espíritu Santo,
y envía del Cielo
un rayo de tu luz.
Ven, padre de los pobres,
ven, dador de gracias,
ven luz de los corazones.
Consolador magnífico,
dulce huésped del alma,
su dulce refrigerio.
Descanso en la fatiga,
brisa en el estío,
consuelo en el llanto.
¡Oh luz santísima!
llena lo más íntimo
de los corazones de tus fieles.
Sin tu ayuda,
nada hay en el hombre,
nada que sea bueno.
Lava lo que está manchado,
riega lo que está árido,
sana lo que está herido.
Dobla lo que está rígido,
calienta lo que está frío,
endereza lo que está extraviado.
Concede a tus fieles,
que en Ti confían
tus siete sagrados dones.
Dales el mérito de la virtud,
dales el puerto de la salvación,
dales la felicidad eterna. Amén.




Oración de Juan Pablo II al Espíritu Santo
Espíritu Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el sentido profundo del gran Jubileo y prepara nuestro espíritu para celebrarlo con la fe, en la esperanza que no defrauda, en la caridad que no espera recompensa.

Espíritu de verdad, que conoces las profundidades de Dios, memoria y profecía de la Iglesia, dirige la Humanidad para que reconozca en Jesús de Nazaret el Señor de la gloria, el Salvador del mundo, la culminación de la Historia.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu creador, misterioso artífice del Reino, guía la Iglesia con la fuerza de tus santos dones para cruzar con valentía el umbral del nuevo milenio y llevar a las generaciones venideras la luz de la Palabra que salva.

Espíritu de santidad, aliento divino que mueve el universo, ven y renueva la faz de la tierra. Suscita en los cristianos el deseo de la plena unidad, para ser verdaderamente en el mundo signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del género humano.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu de comunión, alma y sostén de la Iglesia, haz que la riqueza de los carismas y ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo, y que los laicos, los consagrados y los ministros ordenados colaboren juntos en la edificación del único Reino de Dios.

Espíritu de consuelo, fuente inagotable de gozo y de paz, suscita solidaridad para con los necesitados, da a los enfermos el aliento necesario, infunde confianza y esperanza en los que sufren, acrecienta en todos el compromiso por un mundo mejor.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

Espíritu de sabiduría, que iluminas la mente y el corazón, orienta el camino de la ciencia y la técnica al servicio de la vida, de la justicia y de la paz. Haz fecundo el diálogo con los miembros de otras religiones, y que las diversas culturas se abran a los valores del Evangelio.

Espíritu de vida, por el cual el Verbo se hizo carne en el seno de la Virgen, mujer del silencio y de la escucha, haznos dóciles a las muestras de tu amor y siempre dispuestos a acoger los signos de los tiempos que Tú pones en el curso de la Historia.

Ven, Espíritu de amor y de paz.

A Ti, Espíritu de amor, junto con el Padre omnipotente y el Hijo unigénito, alabanza, honor y gloria por los siglos de los siglos.

Amén.


Oraciones por la noche



Acto de Contrición
Pésame Dios mío, me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. Sobre todo porque al pecar te ofendí a ti, que tanto me amas. Propongo firmemente, con la ayuda de tu gracia, no volver a pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén.

La Salve
Dios te salve, Reina, Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente! ¡Oh piadosa! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Nunc Dimitis
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador a quien has presentado ante todos los pueblos. Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
 (al final se dice: Gloria al Padre, al Hijo…)

Ave María
Dios te salve, María. Llena eres de gracia. El Señor es contigo. Bendita Tú eres, entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.




Prácticas particulares de esta devoción


De acuerdo al San Luis Ma. Grignon de Montfort es necesario algunas prácticas que sostienen la preparación para esta consagración y que nosotros haremos todos los días y otras que buscaremos hacer en la medida de nuestras posibilidades.


Entre las prácticas diarias estarán:

  El rezo del Santo Rosario todos los días.

  El rezo del magníficat.

  El menosprecio del mundo.

  Invocar la presencia del Espíritu Santo todos los días, no solo como una oración sino con un ferviente deseo de que verdaderamente haga morada en nosotros, como lo hizo en María Santísima.

  Hacer todos los días un examen de conciencia, buscando renunciar cada día con más convicción a las faltas incluso las veniales, para vivir en comunión perfecta con Dios.

  Lectura y meditación de la Sagrada Escritura, especialmente los misterios de Cristo.


Por otro lado, será necesario conocer el espíritu de María para poder:

  Obrar conforme al espíritu de María.

  Obrar con María e imitando a María.

  Obrar en María o íntima unión con Ella.


Esto lo lograremos leyendo sobre ella principalmente de la Sagrada Escritura y de ser posible en algún libro sobre el misterio de nuestra Madre Santísima.

Finalmente, para lograr una óptima preparación será necesario:


De ser posible, comulgar todos los días o al menos con la mayor frecuencia posible rezando para unirnos con más fuerza a Cristo:

o   Antes de la Comunión.

o   En la Comunión


o   Después de la Comunión









Agradecemos al Padre Ernesto María Caro Osorio, su autorización para la difusión de este documento, así como su valiosa colaboración, al dejar a disposición de los fieles, en Internet, este documento, para facilitar la Consagración a Jesús por María.

Para la elaboración de este documento, han sido  descargados los textos  de la página: www.churchforum.org

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